La autopublicación es increíble. El hecho de que cualquiera pueda escribir cualquier cosa y publicarla con el potencial de que los dos mil millones de ojos de Internet lo vean es una de las mayores libertades de Internet y las redes sociales. Lamentablemente, esta libertad tiene un precio. En nuestro mundo de hazlo, míralo, tócalo, hazlo bien en este mismo segundo, si no más rápido, estamos tentados a simplemente escribir cosas y publicarlas. Espera, me retracto, no estamos tentados, millones de nosotros simplemente escribimos algo y luego lo lanzamos al mundo. Entonces nos preguntamos por qué la gente no acude a nuestro contenido y se enamora de él (nosotros).
Ya sea un álbum de bodas o su manifiesto, una cosa que la facilidad de autopublicación en la red no debería impedirle es editar. Ya se trate de errores tipográficos o contexto, intención o entrega, revisar su contenido antes de publicarlo suele ser lo que marca la diferencia entre una lectura correcta que se olvida tan rápido como se encontró y un contenido que se reverencia y comparte una y otra vez.
Ahora, cuando se trata de publicaciones de blog (como esta), no se necesita más que un corrector ortográfico y un par de relecturas personales. La gente no espera que un blog sea todo escupido y pulido. De hecho, es lo opuesto al propósito de estos flujos continuos de lecturas y pensamientos rápidos. PERO CUANDO SE TRATA DE UN EBOOK o libro volteador, una presentación sobre diapositiva compartida,?o un video en Youtube, realmente deberías tener varios pares de ojos revisando tu trabajo.
Un pensamiento final. Que sea gente que te diga la verdad. Quieres críticas duras que mejoren tu trabajo, no maleantes y sí hombres más preocupados por tus sentimientos que por una gran obra. ¡Acepta las críticas, trágate tu orgullo y haz un gran trabajo!